Mujeres son varias las que han pasado por la historia de la humanidad, algunas más reconocidas que otras, sin embargo, cuando hay que referirse a la creación de las ciudades y a las fundaciones más importantes, siempre por antonomasia aparece un hombre que refleja el coraje, la audacia, la intrepidez, y el valor que debe tener un forjador de ciudades o como se diría en la antigüedad, un conquistador.
Pero a pesar de lo anterior, cuando se recuerda la historia de una ciudad de 455 años, se halla en las páginas de su existencia el nombre de varias mujeres, que por cosas del destino y las prerrogativas varoniles, pareciera que han sido dejadas en un segundo plano cuando se habla de la histórica y patrimonial ciudad de Guadalajara de Buga, conocida como la Ciudad Señora en Colombia, denominación otorgada además por una Ley de la República.
Avenida Alejandro Cabal Pombo, en donde se encuentra el KM 0 de la vía al mar Pacífico, que se demarca en una placa en la pared junto a la puerta izquierda de entrada a la Basílica del Señor de los Milagros de Buga.
Estos antecedentes se remontan a los primeros siglos de la conquista española, cuando poseídos por la sed del oro, llegaron varios expedicionarios desde la península Ibérica para llevarse los preciados tesoros guardados por sus nativos en estas tierras.
Son los años de 1500 cuando comienza a darse la fundación de las primeras ciudades en territorio continental, como lo es Guadalajara de Buga, ciudad que le tocó enfrentar una férrea resistencia de tribus guerreras como la de los feroces Pijaos, de la familia Caribe, quienes lucharon contra los españoles, reduciendo su primera fundación a las cenizas y quitándole la vida a todos sus primeros pobladores, entre quienes estaba su primer fundador el capitán Giraldo Gil de Estupiñán.
Pintura: Guerra de los Pijaos del pintor Julio Fajardo Rubio.
Es en este momento en donde empieza a surgir la imagen de la mujer que se levanta en medio del desconcierto para apoyar el propósito de sacar adelante la fundación de la ciudad, emergiendo de esta manera la señora María Luisa de la Espada, mujer que con gran valor se atrevió a desafiar las inhóspitas condiciones de vida que se generaban en el territorio de páramo que sirvió de asiento a uno de los primeros intentos fundacionales, luego del fracaso del primero, siendo posteriormente la persona que con gran generosidad ofreció los terrenos del sector norte que poseía, dándolos para las viviendas de las personas menos favorecidas. Una verdadera benefactora que, al carecer de hijos, adoptó la causa de la ciudad.
Pero tan solo no fue eso, sino que además tuvo la osadía de atreverse a enviar hasta España, en aquellos barcos de la época, los primeros jabones elaborados con la tierra, que se decía tenía unas propiedades curativas y regeneradoras de la piel.
Se pudiera afirmar que fue la primera mujer empresaria y exportadora conocida, que llevó hasta la Europa de la época renacentista, los primeros productos elaborados con la tierra de la América indígena.
Se sigue avanzando por este camino de la historia para hallar otra mujer casi mítica; la mujer indígena de condición muy humilde, lavandera de ropa, quien según el relato, luego de reunir todos sus ahorros para adquirir un anhelado crucifijo de talla quiteña, prefirió entregar todo lo recogido con el esfuerzo de sus manos, para darlo en pago por la libertad de un hombre, padre de familia, que era llevado a prisión a causa de una deuda.
Una mujer que termina siendo la protagonista de un relato que inmortalizaría a la hidalga ciudad, pues luego de este hecho, es la persona que se dice encuentra en las aguas del río Guadalajara, la imagen del Cristo Milagroso que según la leyenda, crece misteriosamente, para manifestarse con prodigios y milagros a todos aquellos que con fe se acercan a Él.
Representación escultórica de la mujer indigena que halló la imagen del Cristo milagroso, al lado de la torre de la ermita, contigua a la Basílica del Señor de los Milagros de Buga.
La tercera mujer se encuentra en la historia independentista de este país, en la persona de la afrodescendiente María Antonia Bautista viuda de Ruiz, una mujer adulta, (por encima de los cincuenta), quien toma la causa de la independencia para hacer justicia con la muerte de su hijo Pedro José, fusilado, siendo la gran protagonista de la Batalla de San Juanito, en la que se decidió la emancipación del territorio vallecaucano del yugo absolutista que martirizó y llevó al cadalso a varios hombres y mujeres, próceres de esta nación.
María Antonia Ruiz, mural en el auditorio del concejo municipal de Tuluá, pintura muralista del artista Jorge Restrepo.
Aquí, se encuentra a su vez algo bien curioso que tall vez no se le ha dado el énfasis debido, y, es que se identifican las tres mujeres con las tres etnias que se reunieron en América para hacer el gran mestizaje.
La mujer blanca española representada en María Luisa de la Espada, la indígena en la lavandera, (se especula aún con su nombre) que halló al Cristo Milagroso que le ha dado fama y honor a esta ciudad, y la afrodescendiente María Antonia Bautista viuda de Ruiz o María Antonia Ruiz, quien combatió por la libertad de esta región.
De esta forma es que la sra de la Espada le dio el tesón fundacional para que se hiciera realidad la ciudad, la mujer indígena con su gesto solidario le trajo al Cristo que la hizo reconocer como ciudad milagrosa, María Antonia Ruíz le dio la libertad, y faltando seguramente por enumerar otras tantas mujeres en los diferentes campos del servicio a la sociedad, del liderazgo gremial y del empresariado, en las primeras decadas de este milenio el destino ubica a una mujer cuando Guadalajara de Buga entra en la esfera mundial, ante la vista de todas los países, como una localidad en la que algo pasa, y es que, a pesar de que la prensa poco optimista relata la realidad de un país (con sus ciudades), flagelado por muchas dificultades, Buga se levanta como un faro luminoso ante las naciones para manifestar que la fe que edificó la civilización occidental, que creó naciones, universidades, hospitales, instituciones, sentó la base de los derechos humanos, del derecho internacional humanitario, y desarrolló todo un pensamiento social, enciende una fe que está viva en los miles y millones de personas que llegan hasta la Basílica del Señor de los Milagros de Buga para creer que es posible un milagro, atendiendo las enseñanzas del divino maestro Jesús o Yeshúa, con su doctrina del amor que se anuncia día a día y sin descanso, dentro del recinto sacro que guarda la efigie del Cristo crucificado, cuya imagen original, la de la lavandera, es sacada por las calles de la ciudad cada siete años.
Imagen del Señor de los Milagros en la Basílica de Buga.
A la mujer del nuevo milenio le corresponde la ciudad que da un salto cuántico, ingresando en la agenda mundial dentro de los lugares santos icónicos más importantes del planeta como: Jerusalén, Roma, La Meca en Arabia Saydita, Fátima en Portugal, Lourdes en Francia y Santiago de Compostela en España, entre otros, en donde se han cimentado y esparcido la fe de los grandes credos como lo son el cristianismo católico y el islamismo, las mayores religiones del mundo con presencia en varios países.
Derecha: Karol Vanessa Martínez Silva alcaldesa de Guadalajara de Buga, junto al Teniente Coronel César Antonio Castañeda Cotamo, Cdte. del Batallón de artillería No 3 Batalla de Palace, en el extremo izquierdo la secretaria municipal de Cultura Sara Colorado y el Cdte. del distrito No 1 de Policía Buga Rubén Darío Gaitán Camelo, junto al busto del fundador Rodrigo Díez de Fuenmayor, durante los actos conmemorativos de los 455 años de la ciudad. Foto: José Giraldo/alcaldía de Buga.
Esta persona que por cosas del destino entra en esta lista es la mujer que le ha correspondido elevar el nombre de Guadalajara de Buga ante el concierto de todas las naciones, siendo la primera mujer del milenio elegida como su alcaldesa, Karol Vanessa Martínez Silva.
Nota: