La autosuficiencia energética y alimentaria, se convierte en uno de los grandes desafíos que enfrentan los en el momento actual.
Este imperativo emerge a primera vista cuando se observan las consecuencias de un conflicto entre Ucrania y Rusia, que ha puesto a varias naciones europeas contra la pared,especialmente con el suministro de gas y petroleo,fuera de los cereales.
Es así que en el 2020 Rusia vendió a Europa 184,9 bcm (miles de millones de metros cúbicos/año) de gas, lo que representa el 77,65% del total de sus exportaciones (238,1 bcm), según el último informe de BP Statistical Review of World Energy.
De la misma forma vendió a estos países 138,2 millones de toneladas de petróleo, el 53,15% del total de sus exportaciones (260 millones de toneladas).
Como también el 53,15% (57,5 millones de toneladas) de sus exportaciones de derivados de petróleo (sobre todo, carburantes), que corresponde a 106.8 millones de toneladas durante el 2020.
Una dependencia tan grande para varios de los otros países que suspender totalmente el suministro a un país como Alemania,implicaría el cierre de muchas fábricas, con un severo golpe a la economía y una seria problemática de desempleo.
La anterior situación se explica en virtud que existen una serie de gasoductos que unen los yacimientos de gas en Rusia con Centroeuropa, haciendo que desde hace muchos años, numerosos países europeos apenas tengan plantas regasificadoras para recibir el gas transportado en estado líquido en los metaneros (a -160º).
Gran dependencia que no toca a España,dado que este país posee seis regasificadoras, sumando el 33% de la capacidad de regasificación de toda Europa, con una posición de privilegio para suministrar gas a Europa, ante la factible interrupción total o parcial del suministro ruso.
Esta encrucijada para responder al abastecimiento de combustibles, también se siente en los cereales, en donde Ucrania es considerada la granja abastecedora de Europa,generando el desafío a las naciones, para que empiecen a considerar otras alternativas que las liberen de la dependencia y las lleven hacia un camino de autosuficiencia.
En lo que toca con el continente americano y particularmente con Latinoamérica, esta crisis europea invita a hacer despertar un mayor sentido de asociación, buscando la consolidación de una gran comunidad económica.
Hecho que a pesar de intentarse, se enfrenta a la fragilidad de los acuerdos pactados por los gobiernos de turno que carecen de la voluntad compromisoria de quienes los secundan y terminan disolviéndose, ante la falta de compromiso de cada gobierno que asume con un nuevo mandatario electo.
Continuando con esta línea conceptual, está la forma de conseguir que en cada uno de estos países se recupere la producción interna, que va desde la revitalización del campo, con el autoabastecimiento de alimentos,hasta el incentivo a la producción, con el apoyo total a la empresa nacional, con medidas de protección que le den un nuevo oxígeno al productor.
A lo anterior se suma el urgente avance en la utilización de energías renovables como la solar,para evitar seguir deteriorando el medio ambiente e impactando negativamente los ecosistemas.