Fernando Botero con una de sus obras. Foto tomada de biografiasyvidas.com
El maestro Fernando Botero deja su huella en el nuevo arte luego de partir al viaje eterno.
Mónaco terminó siendo el lugar en donde el celebre artista se despedió del mundo tras enfrentar las complicaciones por una neumonía que lo atacó a sus 91 años de edad.
Hacia tan solo cuatro meses, el 5 de mayo de 2023 había fallecido su esposa y musa Sophia Vari, artista, pintora, escultora, joyera y collagista griega nacionalizada colombiana, quien lo acompañó hasta último momento en todos sus emprendimientos.
Una adiós que pareció un viaje para el reencuentro con quien fuera tal vez la mujer que representó para el artista la persona con la que consiguió formar la pareja ideal en donde ambos fueron plenamente complices en el arte que los encontró y los consolidó en una relación hasta la muerte.
El maestro Botero se fue dejando un legado que tiene una dimensión universal, logrando que la compleja crítica de las artes plásticas en el mundo haya tenido que volcar su mirada hacia Latinoamérica para observar con admiración la creación de un nuevo paradigma en la pintura y escultura mundial, en donde las figuras se desproporcionan para a su vez buscar una nueva justicia en la proporcion de las cosas, en donde la condena al abultamiento de los cuerpos despreciados por la estética de las formas rectilíneas y esbeltas que desfilan en las pasarelas de la moda como modelos de belleza, se enfrentan con las formas robustas que privilegian la gordura de quienes fueron puestos por la sociedad bajo el dedo acusador del rechazo.
Pero, además de reivindicar a los gordos y gordas que terminaron valiendo muchisimo más que las anoréxicas y cotizadas modelos que no encontraon como equipararse a los descomunales precios alcanzados por cada escultura y pintura del maestro colombiano, su arte refigura una realidad que es ilusión y falsedad, cuando las formas nos condicionan a emitir jucios de valor dejando de mirar hacia adentro, pues cuando se desfigura se cuestiona y se lleva a tener una mirada más profunda que descubre la esencia del ser que se ha ocultado.
El mundo está hinchado por las falsas apariencias y como si fueran globos de helio que se elevan hacia las nubes, presentan una realidad ilusoria y mentirosa, hasta que pueda llegar alguien que de pronto pinche el globo y haga que el elemento gaseoso que se escapa, lo haga descender para descubrir lo que verdaderamente es.
Una propuesta artística en la que Botero reencuentra las raices de un arte renacentista para reinterpretarlo en la postmodernidad, superando las estéticas convencionales que constriñen, para humanizar, con un ser humano que se valora más allá de las formas establecidas por los canones que se imponen por un sistema social.
Según un articulo publicado en el reconocido periódico colombiano El Tiempo, al maestro Fernando Botero "parece gustarle lo grotesco, por sus recurrentes imágenes deformadas, pero su obra supura un de un humor que se puede interpretar como una crítica sarcástica a la sociedad actual, llena de monstruos sobrealimentados realizando todo tipo de acciones ridículas".
La obra del gran maestro de las artes visuales también aporta a la conciencia mundial, atreviéndose a levantar su voz que grita en su creación, para formular una crítica a la situación que se vive en el mundo,con escenas usuales en los noticieros, algunas de ellas encubiertas a la prensa, como torturas, masacres, guerras, observadas a través de sus obras que le dan un tratamiento exagerado a las figuras en sus proporciones.
Fernando Botero se va de esta tierra como el artista hispanoamericano más reconocido y citado en vida, con una obra que ahora vale mucho más.
Algo sobre la vida personal y familiar de Fernando Botero
Fernando Botero nació en Medellín el 19 de abril de 1932, se graduó en 1950 en el Liceo de la Universidad de Antioquia. Posteriormente viajó a España para estudiar a los grandes maestros de la pintura española (en especial a Goya y Velázquez).
En 1954, se casó con Gloria Zea (fundadora del Museo de Arte Moderno de Bogotá y directora del Instituto Colombiano de Cultura, Colcultura) y tuvieron tres hijos: Fernando (quien nació en 1956 mientras vivían en Ciudad de México y fue Ministro de Defensa de Colombia, actualmente es un destacado empresario en México y Lina (1958) presentadora de tv, curadora, interiorista y editora de una de las más prestigiosas revista de decoración de interiores y Juan Carlos Botero Zea (1960) escritor y columnista de reconocidos medios de prensa escritos. Los Botero Zea se divorciaron en 1960.
A comienzos de la década de 1960, Fernando Botero se radicó en Nueva York, donde sus pinturas le dieron notoriedad en el mercado artístico estadounidense. Entre sus obras más conocidas se destacan: La alcoba nupcial, Mona Lisa a los doce años y El quite.
En 1964, Botero se casó con Cecilia Zambrano, con quien tuvo un hijo, Pedro (1970), quien falleció trágicamente en 1974 en un accidente de tránsito en España mientras la familia estaba de vacaciones. Botero y Zambrano se separaron en 1975.
En 1978, Fernando Botero se casó con la artista griega Sophia Vari. Vivieron entre París y Mónaco hasta su muerte y poseían residencias en Pietrasanta (Italia), Nueva York, Montecarlo y Rionegro (Colombia).