Los niños y niñas sufren los mayores efectos de la malnutrición en su desarrollo. Foto tomada de Unicef en Nigeria.
La crisis de alimentos con sus dos caras para Latinoamérica, se presenta como amenaza y oportunidad a la vez, mostrando en este sentido dos rostros, con una situación de emergencia que se ha anunciado debido a factores como los cambios bruscos que ha tenido el clima del planeta, con lluvias prolongadas en un primer momento, y en otro, con temporadas de calores intensos y sequías que afectan notablemente los procresos de producción agrícola.
Lo anterior sumado a lo que ha significado para Europa y el resto del mundo la guerra entre Rusia y Ucrania, siendo el territorio ucraniano considerado la gran despensa de alimentos, conocido como el granero europeo y junto con Rusia los países que surten de fertilizantes y fungicidas a gran cantidad de países a lo largo del planeta.
Tanto Rusia y Ucrania aportan el 19 % del suministro de cebada, el 14 % del trigo y el 4 % del maíz del mundo y representan más de un tercio de las exportaciones mundiales de cereales.
Ambos países son a su vez los principales proveedores de colza, vegetal de cuya semilla se extrae el aceite de mayor consumo en Europa y representan también el 52 % del mercado mundial de exportación de aceite de girasol. La Federación Rusa es asi mismo el principal productor mundial de fertilizantes.
De esta forma los países dependientes que importan muchos de sus alimentos e insumos agrícolas como fertilizantes y fungicidas, son los que más se han visto afectados con la subida del costo de la comida.
El hambre en el mundo
Según un informe publicado por la Organización de las Naciones Unidas, se proyecta que al menos 153 millones de seres humanos de 38 paises alrededor del mundo atravesarán por momentos de crisis, emergencias o situaciones catastróficas.
En los anteriores datos habrían al menos 258 millones de seres humanos en 58 paises que se enfrentan a un nivel de inseguridad alimentaria de crisis que sería peor a la registrada en el 2021 que arrojó 193 millones de personas con carencias alimentarias en 53 países.
En el contenido del informe se expone que más del 40% de las personas que estarían en riesgo de una crisis sumamente grave de alimentación se concentran en cinco países como son: Etiopía,República Democrática del Congo, Afganistán, 21 estados de Nigeria con su capital Abuya y Yemen.
La situación alimentaria fue catastrófica en el 2021 para el 57% de la población de Somalia y con un grado también de severidad para Afganistán, Burkina Faso, Sudán del Sur, Nigeria, Yemen y en el Caribe por primera ocasión para Haití.
Estos datos estadísticos del informe dan a conocer la cruda realidad de más de 35 millones de niños con malnutrición aguda de los cuales 9,2 millones sufren desnutrición grave que los lleva a la muerte.
El anterior panorama enfrenta a una región del planeta como Latinoamérica, con tierras fértiles, abundantes recursos hídricos y amplias zonas de reserva natural, que se enfrenta al desafío de recuperar la producción del campo, que se ha visto empobrecido en varios paises ante la falta de medidas proteccionistas del campo, que con la entrada en vigencia de los tratados de libre comercio con otros paises, ha llevado a que varios productotes agropecuarios terminen en la quiebra, debiendo abandonar el campo y sus empresas agrícolas que generan alimentos.
A lo anterior se suman factores como los elevados precios de los insumos que suben los costos de producción y que exige la articulación de una eficaz cadena de comercialización para la venta, que evite la excesiva intermediación e involucre la adecuación de vías terciarias en zonas rurales, conectadas con vías secundarias y carreteras principales, para el transporte de los productos, que posibilite a su vez que el productor agrícola pueda vender sus productos con un margen aceptable de ganancia.
Asi mismo, los planes de ordenamiento del territorio, que en varios de estos países han visto al campo en un segundo nivel, llegando en casos extremos a invisibilizarlo,demanda que se mire con detenimiento al campo y se involucre como prioridad, estableciendo planes y medidas inmediatas de mitigación a la alteración climática, con reforestación de nacimientos de agua y cuencas hidrográficas de rios, facilitación de tierras, incentivos y apoyo al campesino desposeido y empobrecido, construcción de muros de contención, protección y cuidado de reservas naturales con dotación y acompañamiento estatal a guardabosques de las comunidades, entre otras acciones.
De esta manera, de pasar Latinoamérica a ser una más de las regiones del globo terraqueo castigada por los efectos de los climas extremos que se viven y con índices de desabastecimiento de alimentos, puede por otro lado convertirse en la nueva gran despensa de comida y reserva de energías limpias del mundo; todo dependerá del verdadero compromiso de sus dirigentes.