sábado, 14 de mayo de 2022

¿Cómo se puede ser feliz en el trabajo?

Ángela María Gómez Reyes,psicóloga integrativa especializada en Salud Ocupacional/Coach Ontológico.

Todos queremos disfrutar plenamente lo que hacemos, crecer en todas las direcciones y sobre todo poder cumplir con los compromisos que adquirimos a medida que nos vamos convirtiendo en adultos responsables. Sin embargo… ¿Cuantas personas podemos gozar de esta libertad?

Podría parecer una pregunta existencialista, y de hecho lo es, cuando invitamos a la libertad a ser protagonista del tema, pero para darme cuenta; de la presencia de esta invitada, debo primero tener la experiencia de haber interactuado con ella en algún momento de mi transitar por esta vida; esto, como única condición para elegir liberarme de las cadenas invisibles que nos han sido puestas por los diferentes sistemas a los cuales pertenecemos inexorablemente! 

Entre ellas está el sistema laboral, y aún más determinante, nuestro sistema familiar, nuestro primer maestro en la búsqueda de la felicidad.

¿Cuantas cosas aprendimos de nuestros padres acerca del trabajo y el vínculo que se debe tener con él?  ¿Eran felices con la actividad que desarrollaban?  ¿Para que trabajaban nuestros padres y como lo hacían? 

Inicialmente estas preguntas podrían parecer no tener nada que ver con nosotros, pero los invito a contestárselas. 

Cuantas cosas aprendimos de nuestros padres acerca del trabajo y el vínculo que se debe tener con él?  ¿Eran felices con la actividad quedesarrollaban?  ¿Para que trabajaban nuestros padres y como lo hacían? 

Humberto Maturana biólogo chileno dice que: “No somos seres racionales,  somos seres emocionales que razonamos”, de ahí viene el detalle,  del mal entendido idealista tanto general como particular en donde llegamos a interpretar que con todas las necesidades básicas cubiertas y un grado de bienestar, tendríamos  que ser felices.

En la familia se  suelen decir cosas como: Pero si se les da todo…   nos esforzamos por darles gusto a nuestros hijos y que no les falte nada.  ¿Cómo es posible, que se quejen, que se comporten de este modo, que no quieran  comprometerse luego de lo que se les ha brindado, que se aburran, que se revelen a lo que se les solicita?

En el trabajo de igual modo muchas empresas, en especial las más comprometidas, se esfuerzan por dar bonos de motivación al mejor trabajador, incentivos por el cumplimiento de metas, capacitaciones, formaciones, ascensos internos, apoyo  para que se profesionalicen y se especialicen y mucho más.  Sin embargo no hay felicidad en la mayoría de los trabajadores de estas empresas.

¿Qué quedaría para las que  tienen menores recursos o menor compromiso con sus colaboradores y solo les dan los básicos de ley y muchas veces les incumplen con lo que se comprometieron previamente?

Vuelven entonces a ser las emociones protagonistas antes que la razón, y es allí donde necesitamos detenernos en que emociones  me produce mi trabajo  junto con todos sus componentes: la labor que realizo, como me siento  haciendo lo que hago, para que lo hago, que pasaría si lo dejara de hacer,  ¿cómo podría cambiar mi vida si lo hiciera de otra manera?

Ah! Ya sé lo que están  pensando, no es mi trabajo el problema; es mi jefe, mis compañeros, el jefe de mi jefe que ha diseñado unas normas absurdas o es injusto y además extiende horarios sin previo aviso, la falta de tiempo para hacer todo lo que tengo que hacer, incluyendo compartir con mi familia, en fin, el salario etc etc…

Volvemos al inicio con la amiga primeramente mencionada.  De quien depende mi felicidad en el trabajo o en cualquier otro escenario de mi vida?

Quien toma las decisiones de cómo afrontar mi existencia?, no me estoy refiriendo aquí, a las cosas que pasan, sobre las cuales muchas veces no tengo el control, sino a la actitud como yo quiero y deseo desde el fondo de mi ser enfrentarlas. 

Este es el secreto de la felicidad, descubrir una y mil veces la capacidad que tengo de decidir cómo me paro frente a eso que me acontece,  ante una realidad que me puede arrancar la piel y por supuesto me duele, me genera un sufrimiento pero para que viene, que quiere de mí, podría parecer absurdo tener un padecer sin sentido, pero quien le daría el sentido a ese sufrimiento?

Aprender a observarnos desde otro lado, corrernos un poco, reconocer nuestra maravillosa capacidad de elegir y de sentirnos poderosos con la elección que hagamos hoy y desde allí abrir posibilidades nuevas, las veces que hagan falta.

Los invito a escribir en una hoja de papel eso que quisieran modificar, cambiar o renovar.

¿Cómo se siente frente a esa posibilidad de hacerlo?

¿Qué ha hecho para cambiarlo  y  por qué no ha resultado?

Que le faltaría hacer?

Estoy segura este ejercicio les brindará herramientas para iniciar el cambio.

Por: Ángela María Gómez Reyes

Psicóloga integrativa especializada en Salud Ocupacional/Coach Ontológico.

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