Momento del atentado a la vicepresidente de Argentina Cristina Fernández de Kirchner. Imagen de captura de video
Huracán Cristina subleva Argentina, haciendo que el nombre de la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner se convierta en el viento huracanado que levante voces de querencias entre su gran masa de seguidores pero también de disgusto entre sus férreos opositores.
De un lado está la solidaridad y repudio al atentado contra la vida del que fue objeto, con las apasionadas manifestaciones de apoyo por el proceso judicial por corrupción que le ha abierto la fiscalía de este país, y que representa para sus fervorosos simpatizantes una maniobra más de la oposición para frenar su inminente camino a la elección presidencial.
Por otra parte está la sindicación que se le hace a ella y a su movimiento político de tener la responsabilidad de haber llevado a esta nación a la crisis con el empobrecimiento económico.
El hecho es que la carismática dirigente,actual vicepresidente y heredera del legado de su esposo Néstor Kirchner q.e.p.d., enfrenta una acusación por administración fraudulenta y encabecimiento de una asociación ilícita con su marido y expresidente, durante los períodos que gobernaron del 2003 al 2015 con una pena de prisión pedida por los fiscales de 12 años con la inhabilidad de por vida para ocupar cargos públicos.
Es de esta manera que el hecho ocurrido en la noche del pasado jueves 1 de septiembre,en donde un ciudadano de nacionalidad brasilera de nombre Fernando André Sabag Montiel de 35 años de edad, accionó una pistola,cuyo tiro al parecer se le trabó frente al rostro de Cristina Fernández de Kirchner, se da en medio de un ambiente caldeado y agudizado por el cerco policial en el sector residencial de Buenos Aires en donde vive la vicepresidente Fernández de Kirchner, y, donde se han dado enfrentamientos con cientos de sus seguidores que se niegan a abandonar este barrio de personas adineradas, en su mayoría contradictores del movimiento político de centro izquierda con fuertes bases entre las masas.
Estos enfrentamientos han dividido este país entre los sectores populares y más pobres que forma masiva apoyan a Cristina Fernández de Kirchner y por otro lado por quienes se resisten a aceptar la continuidad en el poder de este movimiento político que para el sector opositor ha llevado a Argentina a una crisis económica sin salida,por la ruta de un socialismo asistencialista que ha conducido al colapso al empresariado que genera el empleo y el desarrollo del país.
La defensa abigarrada del movimiento identificado popularmente como el Kirchnerismo con orígenes en el antiguo peronismo liderado por el expresidente Juan Domingo Perón q.e.p.d., aboga a su vez por la inclusión de las clases marginales en una sociedad que sigue siendo muy desigual, con grupos que detentan grandes capitales frente a la mayoría de una población con elevadísimos niveles de pobreza y falta de acceso a la educación,salud pública,empleo con garantías y calidad de vida.
Un conflicto que se cierne sobre una nación, como una confrontación de clases que tampoco es ajena a la que se da en otros países de Latinoamérica.
El proceso judicial contra Cristina Fernández de Kirchner se presenta de esta forma en uno de los momentos de mayor convulsión política por la reconquista del poder de parte del grupo mayoritario opositor que lidera el expresidente Mauricio Macri y que tendría como el candidato más fuerte al actual alcalde de la capital de este país Horacio Rodríguez Larreta, quien dice apostarle a una propuesta con un modelo económico construido con una “coalición amplia” para transformar esta nación con un plan que no cambie con cada gobierno.