Imagen del mural que recrea la historia de la mujer indígena que encontró la imagen del Señor de los Milagros de Buga, con la que se emitió una estamplilla.
Una indígena, una blanca y una negra,protagonistas de la historia de una ciudad y región colombiana son tres relatos que presentan a tres mujeres de los tres tipos raciales de la humanidad que con su vida y obra fueron determinantes para darle identidad, desarrollo y libertad a una región y ciudad colombiana con antigüedad e historicidad como lo es Guadalajara de Buga.
El hecho es que la trascendencia de estas mujeres que se pensaría viene a partir de la modernidad con los derechos alcanzados en la actualidad, se remonta a centurias atrás desde el siglo XVI.
María Luisa de la Espada,primera exportadora y donante de tierras que expandió a una ciudad
Nacida en Guadalajara de Buga en el año de 1595 desde muy joven fue poseedora de una gran fortuna con importantes extensiones de tierra en la región del Valle del rio Cauca.Bienes que fueron heredados de su padre Alonso García de la Espada.
Su casamiento se produjo a sus escasos catorce años con Diego Lasso de la Vega, el primer Alférez Real de Buga, cargo que era ocupado por un hombre de caudal económico y reconocimiento social que regularmente era miembro del cabildo y quien asumía el compromiso de defender el pendón real con su vida, debiendo además solventar con su pecunio personal las fiestas patronales, proclamaciones y agasajos a las autoridades.
El matrimonio con el Álferez Real tan solo duró seis años debido al fallecimiento de este, quedando viuda a sus 20 años y contrayendo luego nupcias con el capitán español Benito López Mellado,con quien tuvo seis hijos.
Sus propiedades comprendian extensos territorios en las tierras del bajo Calima, siendo además propietaria del fuerte del páramo del Chinche y de los predios del norte de Guadalajara de Buga.
Su generosidad y sentido humanitario con los menos favorecidos se demostró a través de varias acciones entre las que se destaca la donación de los terrenos de su propiedad de todo el sector norte de la ciudad, con su expresa voluntad en su testamento para que luego de que muriera fueran distribuidos entre las personas pobres, para sus viviendas y construcción de escuelas.
De allí que la ciudad de Buga se desarrolló en el amplio sector norte gracias al generoso acto de esta mujer, quien además fue la primera industrial y exportadora que se conoce, de un producto elaborado en estas tierras, creando una fábrica de jabón, que se decía era de tan buena calidad y con propiedades medicinales, que se exportaba en barco a España.
En memoria a su nombre y en gratitud a ella, se creó un barrio en el norte de Guadalajara de Buga que lleva su nombre.
La indígena que halló la imagen del Señor de los Milagros
Dice la tradición oral que corriendo el año de 1580 en la ciudad de Guadalajara de Buga, en aquel momento poblada por algunas familias y personas dedicadas a diferentes oficios,vivía en una choza de paja una anciana mujer de rasgos indígenas, en lo que hoy es la carrera 14 con calle 3 a un costado en donde se encuentra actualmente la Basílica de Buga.
La mujer humilde obtenía su sustento con la ropa que lavaba en el rio Guadalajara,deseando adquirir un crucifijo que en aquel momento representaba para una mujer de su condición un artículo muy costoso, dado que estas imágenes talladas en madera fina, elaboradas por artesanos, eran traidas desde Quito- Ecuador.
La mujer mantenía su anhelo ahorrando del pago de su trabajo para algún día poder adquirirlo.
Sin embargo, en uno de esos días cualquiera cuando iba por la calle vio que unos guardías llevaban detenido a un hombre que pedía lo dejaran libre para atender a sus hijos y mujer a quien debía llevarles el sustento con su trabajo.
La mujer indígena se acercó a preguntar por qué motivo llevaban preso a aquel hombre, a lo cual se le respondió que la causa era una deuda contraida y no pagada.
Ella al escuchar esto se conmovió y ofreció pagar con sus ahorros para que lo liberaran.Todo lo que ella había guardado para comprar su crucifijo fue dado por la libertad de este hombre.
El acto compasivo de la mujer tuvo su premio cuando días después lavando ropa en el rio Guadalajara, vio que algo brillante bajaba por el caudal de las aguas, llegando hasta el sitio donde ella se hallaba, con la sorpresa de encontrarse con el crucifijo con el que ella soñaba.
La alegría de la mujer fue inmensa e inmediatamente lo llevó a su choza, consiguiendo una caja pequeña de madera para conservarlo.
Pasaron los días y fue así que la lavandera empezó a escuchar toques en la caja donde guardaba el crucifijo.
De esta forma al sacar la imagen se percató que tenía un mayor tamaño y casi ya no cabía en la caja.
El suceso puesto en conocimiento de las autoridades religiosas fue visto como un hecho milagroso y la imagen de Jesucristo crucificado empezó a ser expuesta para su veneración, construyéndose una capilla para su veneración.
Pero pasó el tiempo y el constante contacto físico de las personas que tocaban la imagen, hizo que se deteriora tanto que se decidiera por parte del clero católico y del obispo de Popayán, cumplir con un rito,quemando la imagen en una hoguera pública.
La gente se agolpó para dar la despedida al crucifijo,pero cuando se le empezó a prender fuego, de la imagen salió un líquido aceitoso que impidió que el fuego la consumiera, empezando de forma sorprendente a restaurarse.
Ante esto, los vecinos allí presentes comenzaron a empapar algodones con la sustancia aceitosa que emanaba el crucifijo, dándose varios alivios y curaciones atribuidas a la fe en la imagen de Jesucristo(algunos de cuyos testimonios fueron registrados por escrito).
La imagen del Cristo moreno desde aquel momento se convirtió en la imagen del Señor de los Milagros que ha hecho de Guadalajara de Buga una de las ciudades más visitadas de Colombia, con millones de personas que llegan al año a la Basílica de esta ciudad en busca de un milagro, favor, o también para agradecerlo.
María Antonio Ruíz, la mujer heroína que combatió como un héroe varón
Nacida en 1762 en el territorio del centro del Valle del Cauca en donde actualmente se ubica la ciudad de Tuluá, la historia de esta mujer de raza negra, sujeta a esclavitud, se remonta a la época de la guerra de independencia en la entonces Nueva Granada, hoy Colombia, en donde luego de proclamada la autonomía del gobierno español a partir del acta de independencia de 1810 se iniciaron los enfrentamientos entre los monarquistas y los independentistas liderados en aquel momento en Santa Fe de Bogotá por Antonio Nariño, quien luego de hacerse al control del gobierno central inicia una campaña en 1814 para desalojar del sur del territorio a las fuerzas leales a la monarquía que se resistían.
La campaña estuvo acompañada y liderada por hombres prominentes como José María Cabal,con quien Nariño había traducido los derechos del hombre y del ciudadano del idioma francés al castellano. Se formó así el primer ejército que marchó al sur para enfrentar a las fuerzas realistas.
En estas primeras confrontaciones tras varías batallas,unas ganadas y otras perdidas,Nariño es herido y tomado prisionero en Pasto por las tropas leales al rey, mientras tanto varios otros son hechos prisioneros, entre ellos el coronel quiteño Carlos Montufar y el soldado negro Pedro José Ruíz, quienes son fusilados el 30 de agosto de 1816 en la ciudad de Buga.
En el fusilamiento María Antonia Ruíz presencia la muerte de su hijo Pedro José, teniendo los verdugos oidos sordos ante sus llamados de clemencia. Desde este momento ella jura vengar la muerte de su hijo.
Hecho que se daría años después el 28 de septiembre de 1819 en la batalla de San Juanito, llevada a cabo en la Hacienda San Juanito en Buga, en donde de manera valerosa, montada sobre una briosa yegua, con una lanza en mano y una tea encendida en la otra, prende fuego sobre la casa de la hacienda en la que estaban atrincherados los soldados realistas, haciéndolos salir y decidiendo la batalla a favor de los republicanos con este acto heróico.
La victoria de San Juanito, en donde María Antonia Ruíz tuvo una actuación protagónica, aseguró la independencia de la región del Valle del Cauca y le abrió el paso a Bolívar y al ejército patriota hacia el sur, definiendo la emancipación de las otras naciones suramericanas como Ecuador, Perú(Bajo) y el Alto Perú que dio lugar a la creación de Bolivia como un nuevo país.