Romer Asprilla, es el lanchero que revela el Pacífico, luego de vivir casi todas sus seis décadas de existencia en este territorio litoral de Colombia que aún se encuentra por descubrir con todas sus maravillas.
El relato comienza con un diálogo en una calurosa tarde tropical aireada por la brisa marina en el corregimiento de Ladrilleros en la zona que comprende el parque natural Uramba Bahía Málaga, en donde Alonso Moreno Sáenz viajero y comunicador de historias, se convierte en interlocutor de uno de los seres humanos que más encarna la región Pacífico de Colombia.
Su origen
La luz de la vida llegó para Romer Antonio Asprilla en un caserío a orilla del rio San Juan en el departamento del Chocó, en donde creció junto a sus padres con una familia de 12 hermanos en una condición de tal pobreza que según relata cuando veían acercarse alguna lancha con turistas anhelaba que esta pudiera arribar para de pronto llevárselo a él o a alguno de sus hermanos, porque tan precario era su vestuario que tan solo tenía para ponerse un guayuco o pampanilla(usado por comunidades indígenas de regiones como la amazonía), con un nylon que se amarra a la cintura al que se le mete un taparrabo formado con un pañuelo que le llaman rabo de gallo, cubriendo sus partes genitales.
Romer Asprilla con un grupo de turistas. Foto de Alonso Moreno Sáenz.
En cuanto a la comida su ingeniosa madre había logrado sembrar una huerta con tomate, cebolla y otras hortalizas, que con el pescado que sacaban de las aguas, se convertía en el alimento que les permitía sobrevivir.
Tampoco llegó a faltar el deseo en su inocencia de niño, que alguno de los aviones que por allí pasaba, pudiera de pronto tener que aterrizar, llegar hasta ahí o hasta caerse para que les dejara algo.
Afortunadamente ningún extraño se lo llevó a él y a alguno de sus hermanos, ni ningún avión se cayó cerca a su hogar.
Recorriendo los manglares del Pacífico colombiano con Romer Antonio Asprilla. Foto de Alonso Moreno Sáenz.
Pero el deseo de salir de la pobreza lo llevó a salir de su país hasta Venezuela en donde alcanzó a estar 15 años hasta que allí la situación se apretó y le tocó retornar para buscar de nuevo su litoral Pacífico, arribando al corregimiento de Ladrilleros en jurisdicción del distrito portuario de Buenaventura-Valle del Cauca. Aquí se empleó en un hotel en donde trabajó varios años, dándose cuenta que el turismo era un buen negocio y, así fue como puso manos a la obra, recogió su dinero producto de su trabajo y se compró una lancha con la que hasta el momento trabaja como uno de los capitanes de lancha más experimentados que conoce palmo a palmo todas las maravillas naturales, historias y misterios de los esteros, manglares, parajes, rios, playas y mar Pacífico.
Atardecer en el Pacífico colombiano. Foto de Alonso Moreno Sáenz.
Tal vez muchos desconocedores podrían pensar que lo de prender un motor fuera de borda para llevar una lancha por estos lugares, casi cualquiera lo podría hacer, sin saber que para internarse en este territorio de manglares, encanto natural, cascadas y charcos de aguas cristalinas, se debe tener un conocimiento casi perfecto de las mareas, pues el desconocer estas leyes de la naturaleza es correr el riesgo de quedar atrapado en el manglar cuando la marea baja, ya que del mar es de donde le llega el agua al manglar.
Avistamiento de ballenas. Foto de Alonso Moreno Sáenz.
Son en total seis horas de marea alta y seis de marea baja que se cuentan, en donde cada día hay un margen de unos 45 minutos respecto al día anterior para empezar a registrar la subida de la marea.
Este conocimiento lo da la experiencia con la que cuenta, luego de recorrer casi todo el litoral Pacífico colombiano y de permanecer por 21 años en esta zona costera en donde según él es maravilloso poder describir fenómenos únicos como el del fuego submarino que se enciende en las noches con el plancton luminoso que se puede observar sumergiéndose con una careta de buceo o gafas de nadar, apreciando fogatas dentro del agua del mar sin recibir una llama de candela.
Playa Juan de Dios. Foto de Alonso Moreno Sáenz.
Pero esta es apenas una de las tantas anécdotas que relata, pues hay que internarse en los manglares en donde al menos hay siete especies de mangle, entre los que se encuentran: el mangle negro, el rojo, el amarillo, el pelaojo y el piñuelo, entre otros, que son los que producen el oxígeno y los peces que tienen allí su sala cuna y que sustentan la economía de esta región con una variedad y cantidad única en Colombia, entre las que se pueden mencionar: el pargorojo, la sierra,la albacora,el mulatillo, el róbalo, el gualajo,el canchimalo, el aleta amarilla, la palometa, más el camarón, la piangua y la ostra que forman parte de una exquisita gastronomía que identifica al Pacífico.
Las playas en el parque natural Uramba Bahía Malaga son auténticos encantos naturales. Foto de Alonso Moreno Sáenz.
Los difuntos que se bailan
Extraño sería para la tradición occidental llegar a una sala de velación de una persona fallecida para presenciar una fiesta, pero sin embargo, esto es lo que sucede, según el cuenta, cuando en una comunidad del Pacífico muere un niño,haciéndole lo que se le llama el chigualo, en donde el padrino toma el niño entre sus manos, junto con la madrina, llevando un cabo de vela y un pañuelo, bailando alrededor, mientras la gente empieza a tocar la tambora, el carrizo, las maracas y el guasá, porque tradicionalmente se dice que cuando se muere un niño, este va directamente al seno de Dios,porque no tiene ningún pecado,ya que según él afirma,"el pecado crece en el hombre de acuerdo a su conocimiento".
Paseo entre esteros y manglares. Foto de Alonso Moreno Sáenz.
La comida levanta muertos
A propósito de los que mueren, hay algunos que también pueden estar pasando por una situación luctuosa cuando con el paso de los años se le ha muerto la posibilidad de fecundar y expresar su virilidad, algo que a Romer Asprilla en sus seis décadas no le ha pasado, porque tiene en las comidas y bebidas del Pacifico los más poderosos afrodisíacos, contando entre risas como poseen allí una hortaliza que reemplaza al plátano, conocida como la papa china, que acompañada de un buen pescado, arroz con coco, el tradicional arroz de maiz, o la crema de atún recomendada, levanta del infortunio sexual al que sea.
Cultivos de papa china en el bajo Calima, Buenaventura. Foto de Jader Riascos.
La gente vive de la pesca, de la explotación de la madera y ahora del turismo, donde actualmente lancheros como él se enfrentan al reto de disminuir los efectos de la contaminación que deja el combustible de los motores de las embarcaciones en los manglares, los cuales se lucha por conservar, algo que anteriormente era desconocido, dado que se navegaba a remo.
Ladrillos naturales
Una de las maravillas naturales son las rocas en la parte alta de los acantilados, que se observan como si estuvieran pegados muchos ladrillos, un ladrillo sobre el otro, fenómeno que al parecer se da por el golpe de las olas sobre las rocas.
Rocas de los acantilados en Ladrilleros que reflejan formas de grandes ladrillos. Foto de Alonso Moreno Sáenz.
Paisaje que le viene perfecto al nombre del corregimiento: "Ladrilleros", que fue tomado en reconocimiento a uno de sus descubridores, el español Juan de Ladrilleros.
Las cuevas misteriosas
Otra de los atractivos que tiene su toque de misterio y sensación son las cuevas inmensas que hay al lado de los acantilados, en donde se ingresa y se vuelve a salir al otro lado. Según indica se pueden tomar unas fotos maravillosas.
Turistas atravesando una de las cuevas. Foto tomada de Tripadvisor.com
Los manglares, cavernas con playas de gran belleza como la Juan de Dios, la Chucheros, cascadas como la Sierpe, con una caida de agua de 60 ms y las tres Marías, pozos cristalinos de agua dulce, conforman una ruta encantadora de dos horas por todo el Pacífico exhuberante.
Cascada La Sierpe. Foto de Emilia Villalobos.
Las ballenas colombianas que llegan desde el sur
Viajando unos 8.500 km desde la Patagonia en el extremo sur del continente, entre los meses de junio a octubre, llegan las ballenas jorobadas o yubarta para aparearse y dar a luz sus críos, buscando las aguas cálidas del Pacífico colombiano, dejando atrás el frio invierno que se registra en el extremo austral; grandes cetáceos con un peso entre las 40 y 50 toneladas y una longitud entre los 16 y 18 metros, que según Romer Asprilla son criaturas muy inteligentes que demuestran su gusto por interactuar con el ser humano, cuando al descubrir que son observadas se lanzan a hacer acrobacias, convirtiéndose en todo un espectáculo el avistamiento que se hace de ellas desde las lanchas.
Avistamiento de ballenas en el Pacífico colombiano. Foto de Alonso Moreno Sáenz.
En medio del diálogo este avezado navegante de las aguas del Pacífico lanza una afirmación que hace dar risa, cuando refiere la "nacionalidad" de las ilustres visitantes,pues según sus palabras: -"las ballenas aquí se preñan, aquí nacen, y cada año vuelven a visitar su casa, por eso las ballenas son colombianas".
Alonso Moreno Sáenz guiando por la selva del Pacífico colombiano un grupo de turistas del exterior.
Ballenas que se comunican con un canto,hecho que ha inspirado la creación de un gran evento cultural, como es el Festival de Ballenas Cantaoras que se cumple del 20 al 23 de julio de este 2023 en Juanchaco, Ladrilleros y toda el área del parque natural Uramba Bahía Málaga, con música del Pacífico, danzas autóctonas, representaciones artísticas y muestras gastronómicas.
¿Hasta que edad?
Ahora, preguntándole, si los mayores de edad tienen limitaciones para embarcarse en este paseo selvático y marino, según palabras de Romer Antonio Asprilla, -"Aquí todo el que camine, no importa la edad puede hacer ese turismo, contamos con protocolos de seguridad, tenemos una póliza de seguros y lanchas que están matriculadas con Dimar, que es el organismo que regula esta actividad, y si va en silla de ruedas,también lo empacamos en la lancha y lo llevamos; por la gracia de Dios aca no hemos tenido accidentados", concluye con entusiasmo en su voz.