Los manglares del Pacífico tienen su misterio y encanto para quienes aun no se han atrevido a entrar en ellos.
Por eso de la mano del viajero, trotamundo y documentalista de naturaleza Alonso Moreno Sáenz, nos atrevemos a entrar en un territorio bañado por las aguas dulces y saladas que se unen, haciendo que el otro mundo marino irrumpa en la tierra del continente por un lapso de tiempo que todo viajero debe respetar para evitar quedar atrapado en medio de la jungla.
Según Alonso Moreno Sáenz: "son varios los que al desobedecer la leyes naturales del Pacífico han quedado encallados con sus botes, pues en el Pacífico hay un fenómeno único que se registra cuando la marea sube seis horas, ingresando el agua salada al manglar para unirse con el agua dulce, y, luego de seis horas, al bajar la marea, devolverse al mar y desalojarlo, dejándolo con el poco agua dulce que tiene".
Foto de Alonso Moreno Sáenz.
"La hora exacta del inicio de la marea alta se determina corriendo una hora de forma consecutiva en cada día, así por ejemplo, si el lunes comenzó la marea alta a las 7 am, el martes que le sigue será a las 8 am, el miércoles a las nueve y así consecutivamente", anota el viajero.
El haberse convertido en un avezado guia en este territorio litoral ubicado en la jurisdicción del Parque Nacional Natural Uramba Bahía Málaga, lo ha hecho un obligado conocedor de estas leyes naturales.
Continuamos escuchando el relato de Alonso:
" Me enruté hacia el manglar con mi acompañante de travesía Shani, una joven rubia israelita quien lleva viajando desde mayo del 2022 por toda Suramérica".
Foto de Pacific Travel.
"La cabaña en donde nos habíamos hospedado estaba a tan solo unos 15' del manglar, pero debíamos ir a conseguir la canoa para dirigirnos hacia un muelle que se conoce como el arrastradero".
Indígena tejiendo. Foto www.canalviatv.com
"Pasamos por la aldea de la comunidad indígena de los Woonaan, allí al percatarse de nuestra busqueda uno de los nativos de forma amable nos facilitó su bote y nos condujo hasta su aldea, ya que allí tenía el remo".
"Con bote y remo iniciamos nuestra travesía, la marea plena estaba a las 11 de la mañana y debíamos aprovechar el tiempo, pues luego de seis horas el agua desocuparía el manglar."
"Estoy aprendiendo a remar y a pesar que el aprendizaje me deja los brazos adoloridos, los nativos me dicen que tengo mucho talento para remar, porque esto tiene como se dice: <su cuento> ya que hay que saber direccionar el remo o de lo contrario el bote se va para uno y otro lado, pero considero que a pesar de todo me ha ido muy bien",afirma.
Prosiguiendo el relato:
"Podíamos utilizar un motor fuera de borda, pero no quisimos porque deseábamos que todo fuera totalmente natural, escuchando cada sonido del manglar. Así fue como nos fuimos a remo adentrándonos en el manglar por los esteros hasta un lugar que se llama Pachanda, un sitio que pareciera nos arropaba con la naturaleza viva que hablaba como si estuviera atendiendo a unos invitados en su casa".
"De que hay diversos animales, ¡seguro que si!, y de cuidado, talvez, pero lo único que pareciera cierto es que cuando se llega con una actitud de contemplación, de respeto por la vida natural, con paz interior y unos oidos abiertos, dejando escuchar la naturaleza, nos empezamos a sentir amigos y parte de ella, logrando que todo temor se esfume".
Foto de Alonso Moreno Sáenz."Aquí todo se integra y hasta las mismas acciones de los animales que se presentan como salvajes, se comprenden dentro de un equilibrio natural que todos conservan sin hacer que se destruya su casa".
Foto de Alonso Moreno Sáenz.
"Era algo que meditaba cuando remaba de vuelta al muelle desde donde partimos", concluye Alonso Moreno Sáenz.